Ésta es la típica novela que puede
pasar fácilmente desapercibida para el lector. Las razones
son varias: Autor desconocido, título poco impactante, una
portada que no llama especialmente la atención... y así
fue en mi caso. Reconozco haber tenido el libro al menos un par
de veces en las manos mirándomelo sin más interés
para acabar dejándolo en su estante correspondiente de la
librería. Sólo a raíz de una crítica
aparecida en la revista Gigamesh-42 me interesó y tal como diría Parker Lewis, "tomé
nota mental" de comprarlo.
Y estoy satisfecho de haberlo hecho. En estos
momentos es cuando más aprecias la existencia de revistas
especializadas que nos recomiendan (o no) novelas como Carbono Alterado,
porque sin duda, más de una pequeña obra maestra se
nos escaparía de las manos, y más, en unos tiempos
de abundancia literaria de género como los que estamos pasando.
Siglo XXV: La humanidad tiene una capacidad
tecnológica nunca vista que permite que la conciencia y la
memoria de los individuos esté almacenada en un chip, en
una pila, y que ésta se pueda descargar en cualquier cuerpo
(funda), sea biológica o sintética. Eso ha permitido
a la humanidad alcanzar el viejo sueño de la inmortalidad.
Sin embargo no todo el mundo puede pagarse estos tratamientos aunque
al 100% de la población se le incorpora la pila poco después
de nacer. Cuando uno muere (sin que la pila resulte destruida) pasa
a un estado de almacenaje hasta que se le puede pagar una funda
nueva. Sólo la secta de los católicos dejan instrucciones
para no ser "resucitados",o mejor dicho reenfundados,
por cuestiones etico-religiosas. Además, la Tierra ya no
es el único mundo habitable, la humanidad se ha estendido
por el espacio y las conciencias, la vida en definitiva, puede transmitirse
a otro cuerpo ubicado físicamente a años luz.
Éste es el escenario en que se desarrolla
una intriga políciaca que tiene como objetivo saber si un mat (persona lo bastante rica para haberse procurado diversas
reenfundadas y estar viva desde hace siglos) ha muerto o se ha suicidado.
El propio mat reenfundado en uno de sus clones es quién
encarga la investigación.
Morgan también tiene buen ojo para los
protagonistas... creíbles a pesar de algún papel estereotipado
(como el de los malos). Recrea a través de los diálogos
un mundo propio para cada protagonista, una historia y una credibilidad
muy intensa.
El autor diseña una sociedad futura compleja,
con una prosa sobria y elegante. Aunque la investigación
criminal es el núcleo de la novela, la ambientación
del escenario, la descripción política, social y económica
de este siglo XXV es lo que da un toque diferente a la novela. Los
implantes tecnológicos que lleva la gente, las drogas de
diseño, los barrios bajos de las grandes metrópolis,
la realidad virtual, las inteligencias artificiales autónomas
integradas en el sistema económico, las guerras y disturbios
lejanos en planetas post-colonizados... todo eso me recuerda la
ambientación ciberpunk de mediados de los años 80,
quizás aquí en un estado de evolución y de
madurez más elevados.
Ésta no es la primera (ni será
la última) novela que trata el tema del almacenaje de la
conciencia y de los recuerdos en un chip. Obras como Ciudad
Permutación o Espacio
revelación (por poner unos ejemplos) ya han utilizado
este recurso, esta especulación como parte más o menos
importante de sus argumentos, pero aquí, en Carbono alterado
(nombre que hace referencia al cuerpo humano, alterado, cambiado,
para que devenga una simple funda) es donde he encontrado una integración
mayor de esta idea base con su entorno. Morgan nos narra una novela
policíaca como escusa para poder desahogarse con su imaginación
en este universo próximo y lejano de la Tierra del siglo
XXV. Quizás a veces nos podremos sentir como títeres
en manos del autor, pues sólo él conoce las reglas
del universs que ha creado con esta novela. Y es capaz de hacernos
mover bajo sus hilos de manera que prácticamente nos sea
imposible averiguar por nuestros medios la solución del caso
policíaco.
Pero repito que lo más importante no
es eso, si no abrirse al siglo XXV que nos ofrece Morgan y también
empezar a vislumbrar las diversas ramas argumentales en que podrá
al autor abrirse camino con otras novelas posteriores.
No os la dejéis escapar.
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